Me gusta caminar por el bosque. Sin ningún objetivo a cumplir. Sólo estar por ahí. Ir poco a poco entrando en el amplio espacio que me envuelve y caminar o sentarme o estirarme sobre la tierra y contemplar la naturaleza, escuchar y estar en silencio.
En la tranquilidad del jardín o del bosque, me permito recuperar mi propia tranquilidad.
La presencia de los árboles, los matorrales, las florecillas silvestres, la tierra misma… ser una más de este orden no-humano que no me plantea ninguna exigencia, permite que mi propio delirio de identidad se relaje, ceda… Su no-exigencia hace que no me exija nada y me calme.
En este orden no-humano conecto con un orden más profundo, más adentro… debajo de las preocupaciones, objetivos y deseos exigentes de mi “yo”
La autosuficiencia natural que contemplo, me hace sentir con serenidad mi propia suficiencia.
En esta comunión silenciosa con la naturaleza, sé que pertenezco al mundo, que soy real.
Podemos encontrar muchos beneficios en nuestros paseos por la naturaleza y en los baños de bosque —Shinrin Yoku, los llaman en Japón—. Es una costumbre milenaria y que nuestros ancestros conocían bien:
• Relajación y Calma
• Se abren y suavizan todos nuestros sentidos
• Sentimos nuestra propia presencia
• Oxigenamos nuestras células fortaleciendo el Sistema Inmunitario y Circulatorio, eliminamos estrés bajando los niveles de cortisol de nuestro organismo
• Mejora nuestro estado de ánimo y abrimos la mente a vislumbrar nuevos puntos de vista, desarrollando flexibilidad y creatividad
Establecer hábitos saludables en tu cotidiano que te generen beneficios físicos, mentales y emocionales, es una poderosa herramienta de Autocuidado.
El Autocuidado nace desde la conciencia de ser. Cuando desde esa conciencia me cuido, me doy cuenta de que solo yo soy responsable de mi propio bienestar.