«Voy a dejar que las cosas fluyan, pero necesito saber cuándo y a qué hora, para organizarme»
Maggie Simpson
¡Ohhhh como me gusta esta frase de Maggie Simpson! Adorable en lo que nos muestra por ser lugar común donde todxs podemos reconocernos.
La imagen nos muestra a Maggie en lo que intuimos son esos momentos antes de dormir cuando haces un repaso de cómo te ha ido el día….
Y en esa reflexión seguro se ha encontrado con esa agenda programada en la que no ha llegado ni a la cuarta anotación… asuntos no resueltos, nervios, respuestas vergonzantes o salidas de tono…algún que otro obstáculo- pequeño no tienen porqué ser grande- que la ha demorado de resolver alguna cosa que, curiosamente imaginaba fácil y rapidita…
Y ante todo ese caos donde también ve reflejado su propio cansancio , su obstinación, su impaciencia o ese vuelco que te da el corazón ante lo inesperado y que te descoloca en segundos, decide “Voy a dejar que las cosas fluyan”.
De entrada aplaudimos que ante la torre de Babel que ha visto, no se ha desmoronado. Todo lo contrario, ha recogido la fuerza de ese caos y viniéndose arriba, le da la vuelta y decide poner en práctica una de esas frases que todxs hemos dicho una y mil veces… “Voy a dejar que las cosas fluyan”
Decisión, que posiblemente la haría sentir alivio e incluso poder dormir esa noche. Pero resulta que Maggie inmediatamente dice: “pero necesito saber cuando y a quéhora para organizarme”…y claro, aparece el chiste ante lo que obviamente es una contradicción.
Y me gusta porque nos abre algunos hilos para el disfrute. Sigamos alguno…
-Por un lado la decisión tomada es una Afirmación positiva en toda regla: decreta con claridad una decisión y una acción a hacer, muestra una actitud firme y confianza en la Vida (que es en manos de quien deja “las cosas”), hay fortaleza, determinación y voluntad de apartarse, de descansar…de soltar el control…
Y rápidamente aparece su inconsciente desconfianza en forma de exigente necesidad: “pero necesito saber cuando y a qué hora para organizarme” Que seguro si la dejáramos hablar justificaría razonablemente dándonos muchos ejemplos que le darían la razón de tal desconfianza en que las cosas vayan por buen camino sin su “amorosa intervención”.
Es una graciosa muestra de como nos podemos auto-boicotear. Ya solo, a nivel de lenguaje, la palabra “pero” tras una afirmación, invalida automáticamente lo dicho y hace prevalecer aquello que le sigue. Así funciona también en nuestro interior y nos invalida automáticamente toda la fuerza generada por la afirmación.
Este movimiento de autoboicot es un mecanismo automático del miedo que subyace en nuestro interior a realizar acciones o tomar actitudes distintas a las que usualmente solemos hacer y ya tenemos mecanizadas, aunque sintamos que esa manera de funcionar a la que estamos acostumbradxs ya no nos satisface e incluso nos causa sufrimiento.
También, tras el control mostrado por Maggie, podríamos encontrar varias creencias limitantes en su interior :” si no lo hago yo, nadie lo va a hacer”
“no merezco que nadie haga algo por mi”…”lo conseguirás pero vas a sudar sangre” “amor es sacrificio”.
En nuestra más tierna infancia empezamos a construir nuestra personalidad en nuestras relaciones más inmediatas en el seno familiar. Construcción que se va afianzando también en función de lo que nuestro Sistema Familiar necesita de nosotrxs.
Por ejemplo, si mi entorno estaba sobrepasado por una constante actividad para sobrevivir en determinadas condiciones, seguramente tampoco les permitía prestar mucha atención a mis necesidades emocionales.
El movimiento que hago como la niña que soy en ese momento, ante el déficit de atención por parte del adulto es automáticamente, asumir el rol del adulto y ser yo quien intente satisfacer de alguna manera las necesidades de mis padres, especialmente las de mamá…o, al menos no voy a generar más problemas y voy a intentar arreglármelas solita y no pedir ayuda.
Obviamente este comportamiento es validado e incentivado por los adultos mediante miradas aprobatorias, lenguaje positivo…y así se va consolidando ese rol, ese personaje que en esencia es “la fórmula que descubrimos” para ser vistas, reconocidas, y que se nos preste un poco de atención para sentirnos amadas.
Y al mismo tiempo que vamos repitiendo la “fórmula descubierta y que vivimos como exitosa” que nos permite sentirnos amadxs y aceptadxs en nuestro entorno evitándonos sentir el dolor de separación al no recibir aquello que realmente necesitamos, vamos reafirmando neuronalmente esa respuesta y ocultando en rincones de difícil acceso, las creencias “negativas” sobre nosotras mismas que acompañan inevitablemente a la actitud sentida como “exitosa” por estar premiada y que por eso mismo repetimos y que además vamos puliendo y adecuando según vamos percibiendo la reacción a nuestra respuesta.
Estos patrones de comportamiento automatizados, ese personaje creado, que a base de su repetición, llegamos a sentir como nuestra propia identidad es el vehículo con el que nos seguimos relacionando con el mundo….
Y las creencias limitantes y negativas a las que inevitablemente hemos visto que va asociado van dirigiendo de una manera inconsciente nuestra vida, a través de las elecciones que realizamos.
Claro, llega un momento en que la fórmula exitosa que nos servía de niñas, ya de adultas se nos queda muy pequeñita y sería una bendición darnos cuenta de ésto.
En realidad la incomodidad, el estrés , la insatisfacción y el sufrimiento que podemos sentir en nuestro día a día son algunos “síntomas” que nos hablan de la pequeñez de ese personaje…y es probable que empecemos a darnos cuenta que ya no nos sirve esa manera tan nuestra de reaccionar, de vivir nuestra vida.
Es un buen momento para parar, reflexionar y buscar ayuda que nos acompañe a sentirnos, a escucharnos, a comprender como es que estamos funcionando y dirigir nuestra mirada a cómo conectar con nuestra autenticidad, nuestra fuerza vital.
La Terapia Gestalt, enfocada al presente, al Aquí y Ahora nos ayuda a aprender a escucharnos, a observarnos, a reconocer los patrones de relación con que manejamos nuestras vidas. Desarrollando una mirada más amplia que nos permite ver con claridad como el personaje creado en nuestra más tierna infancia es resultado de vivir en una simbiosis natural en aquel momento de absoluta dependencia de nuestro Sistema Familiar.
Nos hace conscientes de las creencias negativas y boicoteadoras sobre nosotras mismas asociadas al personaje y este conocimiento nos permite poner sanos límites e ir construyendo nuestra individualidad más allá de los roles asignados.
Creando así las condiciones para contactar de nuevo con el Ser Real que somos y la fuerza vital que és en sí mismo; abriéndonos a amar de verdad y no porque necesitamos ser vistas y reconocidas.
Puedes encontrar más información en la sección Terapia Gestalt.